Así lo infirmó el portal de noticias Infoabe, se trata del cuando el primer teniente de la Fuerza Aérea Luis Darío José Castagnari, quien se fue de su casa de El Palomar, el 1° de abril de 1982.

Antes de partir le pidió a su esposa que cuide a su cuatro hijos, que se cuide ella y que si no regresaba de Malvinas, llevara el cuerpo de vuelta al continente y que lo entierrar junto a “Gustavito”, un hijo que había fallecido a los tres años de cáncer.

La esposa de Castagnari, María Cristina Scavarda, confirmó a Infobae que, “Hablé con el Secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj y me dijo que podía tenerlo acá con nosotros en la primera quincena de diciembre”.

Por us parte el Secretario de Derechos Humanos aseveró que, “en una reunión con el embajador Mark Kent y María Fernanda Araujo, presidenta de la Comisión de Familiares de Malvinas, se ha coordinado el traslado para la primera quincena de diciembre. Quisiéramos que sea antes del 8, cuando la señora cumple años, porque sabemos cuánto significa para ella y para su familia desde lo emocional poder cumplir con la promesa que hizo hace 36 años”.

Desde Río Cuarto, donde vive junto a sus hijos -Martín, Guillermo, Walter y Roxana- y sus ocho nietos, la esposa del Castagnari recuerda que entre 2014 y 2015 inició los trámites para trasladar el cuerpo desde Darwin a Río Cuarto.

Recorrió todas las dependencias oficiales: desde la Dirección Malvinas de la Fuerza Aérea a la Cancillería. Durante meses llamó para ver si el trámite había avanzado. Hasta que llegó una respuesta que la derrumbó: “Es imposible, tanto la Fuerza Aérea como la Cancillería y el Ministerio de Relaciones Exteriores denegaron tu pedido”.

El 12 de diciembre de 2015 la Fuerza Aérea le ofreció volar a las islas. Lo hizo junto a sus hijos Martín y Guillermo. Al llegar a Darwin, se arrodilló frente a la placa con el nombre Luis Darío José Castagnari y por primer vez lloró sin consuelo.

“Era como si estuviera yo sola con él en el cementerio. Empecé a hacer mi duelo. Y hablé con Luis. ‘Perdón, perdón por no cumplir. Vos me conocés voy a seguir intentándolo’, le dije. Y sentí como una caricia, como que él estaba muy cerca y me decía ‘lo vas a lograr’. Era como tocarlo, como abrazarlo otra vez. Mi hijo mayor se acercó y lloramos juntos”, recuerda.

El primer teniente había llegado a las islas en el primer Hércules C-130 que tocó suelo en Malvinas, luego del desembarco del 2 de abril.

Como integrante del GOE, comando de la Fuerza Aérea, le tocó asentarse en el aeropuerto de Puerto Argentino, lugar que se convirtió en blanco de la flota y de la aviación británicas durante la guerra.

Al militar cordobés lo llamaban “El Furia”. Era el encargado de custodiar el radar, evaluar las condiciones de seguridad del área donde se asentaban las fuerzas argentinas y ayudar al funcionamiento de la Base Aérea Militar Malvinas (BAM). Los comandos habían construido los puestos de guardia y los refugios. Habían cavado trincheras, preparado un sistema de rampas con explosivos por si los ingleses intentaban un desembarco, e instruido a los soldados. Fueron ellos quienes se ocuparon de mantener alto el espíritu de los jóvenes para cuando llegara el momento del combate.