Con la llegada del invierno, se incrementan las probabilidades de que las condiciones meteorológicas se tornen adversas, con posibles registros de frío extremo o incluso caída de nieve. Son escenarios que plantean desafíos mayores para los aeropuertos, particularmente aquellos que se sobreponen a diario a las temporadas de nevada y los climas crudos que se perciben en el sur del país.

Frente a este panorama, resulta clave el mantenimiento de las pistas y áreas de rodaje, una de las medidas que contribuye a superar los desafíos inherentes al avance del frío característico de los destinos patagónicos. Por intermedio de estas tareas, se evita la acumulación de nieve y hielo en las superficies en las que despegan y aterrizan los aviones.

“Nos enteramos de las diferentes alertas a través del Servicio Meteorológico Nacional, lo que nos permite definir con antelación con cuántos vehículos o máquinas se sale a la pista a trabajar”, amplía Martella.

“Lo fundamental es que no haya base helada en la pista, es decir, que no se congele. Para esto, trabajamos con una modalidad preventiva en guardias de 24 hs., tratando la superficie con anticongelantes”, explica Martín Martella, responsable de Pista del Aeropuerto Internacional de Ushuaia. Y continúa: “Los camiones entran en acción con las fuertes heladas o cuando tenemos temporales de nieve y debemos intervenir de emergencia”.

El Aeropuerto de Ushuaia, cuya administración se encuentra a cargo de la firma argentina London Supply Group, destina una dotación de unas diez personas con guardias activas y pasivas y una flota de múltiples camiones, que se utilizan según cada situación. Por caso,
“los vehículos barrenieves entran en escena cuando la condición de la nieve es inferior a 5centímetros”, detalla Martella. Y completa: “Superada esa medida, utilizamos camiones con palas para aliviar el trabajo de los cepillos, o lanzanieves, cuando hay mucha acumulación”.

A su vez, los aeropuertos generan reportes sobre el estado de pista que siguen un formato estandarizado a nivel mundial, para que puedan ser interpretados por cualquier piloto, sin importar su nacionalidad o idioma. “Estos reportes, que son fiscalizados por la autoridad
aeronáutica, deben ser lo más exactos posibles, como una radiografía, para que el piloto se ncuentre con esas mismas condiciones al momento de operar”, aclara el responsable. “Por eso, si bien tienen una duración máxima de ocho horas entre cada actualización, a veces
hay que rehacerlos a los pocos minutos, si hubo algún cambio en el estado de la pista”.