Desde el refunfuñar de quienes impulsan el proyecto ante las insistentes consultas, hasta los acérrimos opositores que se retiraron mucho antes de que concluyera la exposición.
La presentación de la boleta única electrónica fue la pasarela por la que desfilaron las peores miserias de los actores políticos de la provincia; la falta de comunicación, el saber decir pero también oír.
La acción más básica y elemental del ser humano, comunicarse con su entorno, parece ser la facultad vedada –peligrosamente- a los actores políticos que están por definir en el corto plazo el sistema con el cual los ciudadanos ejercen con mayor plenitud su esencia cívica; la de elegir a sus representantes.
Y es que la mano viene mal barajada desde un principio cuando en semejante decisión una legisladora ya condiciona los tiempos para tomar una definición. “Esto debe estar en tratamiento para agosto”, dijo la legisladora Miriam Martínez cuando solo habían transcurrido pocos minutos de una audiencia pública que pareció más una presentación de un futuro inminente.
Lamentablemente las posiciones legislativas, más allá de la subjetividad de cada uno, parecen difíciles de conmover, más cuando los legisladores nunca atendieron a los profesionales que visitaron Tierra del Fuego denostando el sistema.
Pero como todo en la vida, los grises se imponen sobre claros u oscuros. Las miserias también quedaron expuestas desde otros sectores que no ven con buenos ojos el sistema.
Con algunos actores políticos que no consultaron ni cuestionaron durante la audiencia, y otros que se retiraron tempranamente para enviar gacetillas de prensa con posturas sobre una audiencia que aún no había concluido.
En este desfile de intereses quedan un poco más atrás los punteros con consultas más parecidas a chicanas o lo que fue mucho peor, el enfado de los punteros oficialistas cuando se insistía con las consultas o cuestionamientos al sistema.
La estocada final a cualquier búsqueda desesperada de institucionalidad o civismo la dio al final el abrupto cierre al mejor interrogatorio de la jornada.
Un trabajador informático local, realizó los mejores cuestionamientos de tipo técnico que derivaron en un ping pong interesante de los aspectos cruciales de la “transparencia del sistema”, con los operadores de la empresa MSA.
Este informático fue quien mejor logró traducir el resquemor y desconfianza imperante contra el sistema, en un dialecto técnico, directo y neutro, libre de cualquier reminiscencia de política partidaria.
Las respuestas terminaron por comprometer a los responsables de la empresa a aceptar ser auditadas sus máquinas, cuando el moderador del encuentro pidió concluir por “temas de agenda”, dado el tiempo que llevaba la audiencia de la comisión legislativa.
La última duda a la salida del Centro Cultural Yaganes terminó siendo de una simpleza que asusta, ¿que podía ser más importante en la agenda?. ¿Que compromiso es más importante que terminar de escuchar hasta la más insignificante inquietud de un votante sobre el sistema con el que vamos a tener que dirimir el futuro político de quienes cerraron el micrófono?.