El movimiento vacacional propio de la condición geográfica de los fueguinos todos los años genera demoras y atrasos.
Pero esta vez concluidos los protocolos y operativos propios de la pandemia, el tramite migratorio obtuvo celeridad o cierto grado de normalidad del lado chileno.
En este caso los fueguinos volvemos a lidiar con la histórica inoperancia del paso fronterizo snatacruceño de Monte Aymond donde familias enteras, transportistas y turistas debieron sufrir largas filas e incomprensibles horas de espera.
Más increíble resulta que esta misma masa migratoria a escasos kilómetros sorteó en contados minutos el mismo control pero del lado trasandino.
Centenares de personas fueron expuestas a las inclemencias del clima en filas que sobrepasaron largamente la capacidad edilicia manifestándose una vez más el descontento de los castigados vacacionistas fueguinos cada vez que deben sortear un paso fronterizo que empeora año a año.