A la situación vivida con una efectivo policial desvanecida y con aliento etílico en la vía pública, se suma el fin de semana otro episodio similar del fin de semana con un cabo de la fuerza. A esto se traducen situaciones personales entre efectivos que se observan en las redes sociales y que incluso a veces motivan intervenciones de sus propios compañeros, que muchas veces no trascienden. Desde el servivcio de Bienestar de la Policía hablaron del trabajo que se realiza pero con escaso recurso humano, debido a que cada efectivo debe ser examinado una vez por semestre.
Ya son muchos los efectivos policiales que a lo largo del año han sido apartados de sus funciones y se les ha retenido el arma reglamentaria, por cuestiones de inconducta respecto de normas que debe guardar un agente de la ley.
En los últimos días trascendieron dos casos preocupantes con un cabo y una sargento, quienes pasaron a sumario administrativo en distintas circunstancias, por lo que nuevamente surge la preocupación respecto del monitoreo que se hace de la salud mental de quienes tienen la responsabilidad de portar un arma conferida por el Estado en pos de resguardar la seguridad de todos.
A tal fin fue consultado ayer el comisario, Esteban Sthyesen, quien se encuentra a cargo del área de Bienestar de la Policía Provincial, quien señaló, “en esta área de se trabaja con la parte psicológica y de salud del efectivo policial, eso conlleva gran parte de voluntad del efectivo, de aquel que considere que tiene algún problema o dificultad para acercarse”.
En ese sentido agregó “a veces esa es la parte más complicada, y se busca tratar de brindar ayuda, un ser humano que tiene una gran responsabilidad”.
Sthyesen aseveró que la tarea se realiza solo con una psicóloga y la colaboración de un psiquiatra, “en evaluaciones psicológicas al momento del ingreso y ascenso de los efectivos, y evaluaciones periódicas ordenadas desde la Jefatura, cada seis meses, y se efectúan”, expresó.
Este equipo de trabaja debe asistir “más o menos a 700 personas”, dijo Sthyesen “entre los efectivos de Río Grande y Tolhuin”, lo que deja una imposibilidad material en el tiempo de poder asistir con cierta rigurosidad profesional a tal masa de policías.
“Está próximo el ingreso de un nuevo psicólogo” dijo Sthyesen como única medida próxima a paliar tal desfasaje.
Sobre la metodología de trabajo, el responsable del área señaló, “las evaluaciones son para detectar si tiene alguna enfermedad mental que no le permita ejercer la función, lo que no quiere decir que pueda tener algún problema, familiar, laboral o que le produzca algún trastorno”, dijo. Luego agregó que gran parte de los casos que presentan inconvenientes “generalmente son propiciados por cuestiones familiares” más que por cuestiones propias de la función policial.
Respecto de los últimos casos problemáticos, reconoció que el examen semestral fue realizado “debe hacer no más de un mes”, reiterando que muchas veces el detonante de los incidentes son “cuestiones particulares”.