El acto homenajeando al ex Intendente de la capital se llevó a cabo en la costanera de la bahía Ushuaia y participaron vecinos, representantes políticos, el vicegobernador Juan Carlos Arcando y el concejal Ricardo Garramuño, hijo del exsenador de la Nación.
Arcando calificó la figura de Garramuño como la “de un gran hombre de la política de Tierra del Fuego”. Y consideró difícil referirse “sobre una persona con la que hemos convivido”. En este sentido, apuntó al trabajo político y de gestión “muchas veces, de reemplazarlo en la Municipalidad” de Ushuaia.
“Era un compañero de trabajo de él” dijo y agregó: “No puedo darme el lujo de derramar una lágrima. Pero la verdad que tengo ganas de hacerlo, porque aun te veo sonriente en la puerta de tu despacho, invitándome a pasar, con el termo bajo el brazo. Bien a lo chaqueño”.
“Seguro nos estas mirando desde esa extensa energía que dejaste pendiente, como un cielo en esta querida Ushuaia, con la cual soñamos. Y también querrías que dijera ahora, en este recordatorio, que nuestra amistad fue sin concesiones. Forjada al calor de la disidencia.
Si tuviera que darle una dimensión a tu estampa, agigantada con tu ausencia física, es tu elevada humanidad. Una condición que te acompañó a lo largo de tu vida y que demostró, en tus actos, el sello inconfundible de tu grandeza”.
Por su parte, el concejal Garramuño inició su intervención en el acto homenaje refiriendo al año de la desaparición física del referrente mopofista. “Hoy se cumple un año, desde que nos dejó “el Garra”; un año sin sus charlas, sus consejos, su compañía. Es un gran vacío desde que no está”.
Luego, hizo referencia a su vida política y consideró “un orgullo” su entrega “donde dejó mente y cuerpo en lograr proyectos y obras que van a permanecer con nosotros, toda la vida”. Entendió numeroso detallar “lo que hizo por la Provincia y por Ushuaia. En particular, Garramuño hijo resaltó la “doble mano” de la avenida Maipú, obra de la que recordó las “innumerables trabas para concretarla”.
Sobre sus palabras, el concejal ushuaiense recordó una frase que solía repetir su padre: “Las grandes obras las sueñan los genios locos, las ejecutan los luchadores natos, las aprovechan los felices cuerdos y las critican los inútiles crónicos”, de Santiago Ramón y Cajal.