Fue en la tarde del 22 de abril del año pasado en que momentos de tensión se vivieron en la planta de calle Combate de Montevideo, ya que el siniestro inició en plena jornada laboral.
Los peritajes y testimonios fueron contundentes respecto del inicio del siniestro, en parte, por negligentes condiciones laborales que habían sido denunciadas días antes. Milagrosamente a pesar de ello la evacuación fue exitosa y no hubo que lamentar víctimas.
Una máquina de secado tomó temperatura, lo que generó una llamarada que alcanzó la zona del techo, donde el constante trabajo de las máquinas de hilandería tenía una capa de pelusa depositada sobre el mismo, lo cual tomó fuego.
Las llamas se esparcieron rápidamente a una altura que resultó imposible de combatir en el inicio del fuego, por lo que el destino de la planta estaba sellado.









El arribo de los bomberos solo pudo trabajar en tratar de contener el fuego que afectó parcialmente a depósitos y firmas vecinas, por la labor bomberil evitó que el desastre fuera aún mayor.
La planta quedó completamente destruida y las llamas tardaron más de 24 horas en ser totalmente controladas, con focos de reinicio permanente que obligaron a una guardia de cenizas del trabajo incansable de los bomberos.
A partir de ello la mayor incertidumbre se centró en el futuro de la empresa y las 230 fuentes laborales que contenía. Nadie podía prever en ese entonces que la firma rápidamente volvió a levantarse con el empleo progresivo de sus trabajadores a la par de una reconstrucción que está a poco de concluir con una inversión de más de 600 millones de pesos.
Hoy el personal de la Asociación Obrera Textil suma más de 200 personas empleadas con proyección a aumentar a futuro, a la espera de la conclusión de las obras de una nueva planta, en 365 días que fueron de la desazón a la esperanza para esta planta fabril.